Es el momento del año en que el Sol, en su movimiento aparente, pasa por uno de los puntos de la eclíptica más alejados del ecuador y en el que se da la máxima diferencia de duración entre el día y la noche.
El término solsticio proviene del latín sol y sistere, permanecer quieto, y ocurre durante el verano de cada hemisferio, cuando el semieje de un planeta, ya sea en el hemisferio norte o en el sur, está más inclinado hacia la estrella de su órbita. Esto ocurre dos veces al año que son los dos momentos en los que el Sol alcanza su posición más alta en el cielo.
El solsticio de verano ocurre, según el calendario gregoriano, entre el 20 y el 23 de diciembre de cada año, en el hemisferio sur, y entre el 20 y el 22 de junio, en el hemisferio norte. El día del solsticio de verano es el día más largo del año con excepción de las regiones polares.
Tanto el trópico de Cáncer como el trópico de Capricornio tienen una relación directa con el solsticio de verano, pues ambos son la línea imaginaria en la Tierra en la que los rayos del Sol son completamente verticales en el instante del solsticio. Esto ocurre una sola vez al año por cada hemisferio. Al hemisferio norte le corresponde el trópico de Cáncer y al hemisferio sur, el trópico de Capricornio.
Los nombres de los trópicos son astrológicos y se refieren al mes/signo astrológico al que corresponde el día del solsticio: el 21 de junio corresponde al día 1 del mes/signo de Cáncer, y el 22 de diciembre al día 1 del mes/signo de Capricornio.
El Solsticio en las Tradiciones
En tiempos prehistóricos, el verano era una época alegre del año para quienes vivían en latitudes septentrionales. Era la época en que se recolectaba lo que se había sembrado, todo florecía. Por ello era un momento de celebraciones. Es así como la Luna Llena de junio (boreal) se le llama luna de miel ya que según la tradición era el mejor momento para cosechar la miel de las colmenas de abejas. Hoy en día es un mes tradicional para las bodas y como reminiscencia del pasado sigue vivo en el nombre que se les da a los recién casados inmediatamente después de la boda: la luna de miel.
Por otra parte, las antiguas tribus germánicas, eslavas y celtas en Europa celebraban el solsticio de verano con hogueras. Era la noche de festivales del fuego y de la magia del amor, de oráculos para el amor y la adivinación. Tenía que ver con los amantes y las predicciones.
Otra de las funciones de las hogueras era dar un impulso a la energía del sol para que se mantuviera potente en el resto de la temporada de crecimiento y así garantizar una cosecha abundante. Es por eso que la Noche de San Juan, el 24 de junio, es una festividad de origen pagano, que suele ir ligada a encender hogueras o fuegos como en las antiguas celebraciones en las que se festejaba la llegada del solsticio de verano. La finalidad de este rito era “dar más fuerza al Sol”. Simbólicamente, el fuego también tiene una función “purificadora” en las personas que lo contemplan o saltan sobre él. Se celebra en muchos puntos de Europa, aunque está especialmente arraigada en España, Portugal, Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Estonia y Reino Unido. En América Latina, Brasil tiene las Festas Juninas, en Bolivia, Chile, Paraguay y Puerto Rico también se celebra la noche de San Juan.
Astrológicamente el solsticio de verano marca la entrada del Sol en Cáncer, una energía que tiene que ver con los comienzos, relacionada con la luna, con las emociones. Momento de comienzos en temas de familia, de nutrición y de expresión de nuestras emociones, oportunidad de celebrar la abundancia, la fertilidad y al arquetipo de la madre. Buena época para depurar las emociones, desechar aquellas situaciones que no nos aportan y solo quedarnos con lo que nos da paz y tranquilidad.
Este año el Sol ingresará al signo de Cáncer el día 21 de junio a las 05:42 hora de España.