A la caída del Imperio Babilónico, los asirios heredaron el conocimiento astrológico el cual se extendió por la India, China, Persia y finalmente Grecia donde se preparó el primer horóscopo individual.
A los filósofos pitagóricos del siglo IV a. c., se debe la idea del cosmos como un universo bien ordenado y de los planetas como cuerpos perfectos (esferas) que se mueven de manera uniforme. Asimismo, en ese pensamiento griego clásico en donde el mito está presente junto con las ciencias y las matemáticas, no hay lugar para la astrología en la manera en que la vemos hoy en día, aunque al cielo se le considere divino y perfecto.
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